Mons. Enrique Benavent: “Benedicto XVI no se sometió a juicios humanos ni buscó éxitos o reconocimientos que vienen del mundo”
El arzobispo preside el funeral por el Papa emérito en la Catedral
El arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent, presidió el día 9 en la Catedral una misa solemne en sufragio del Papa emérito Benedicto XVI, quien “no se sometió a juicios humanos ni buscó éxitos o reconocimientos que vienen del mundo”.
Según recordó el Arzobispo en su homilía, Benedicto XVI ha sido un “Papa de la fe” – a cuyo servicio puso su teología, su predicación y sus enseñanzas-, y de una “fe profesada con humildad”, con la humildad “de quien sabe que la fe del hombre incluso más creyente siempre puede estar amenazada por el abismo de la duda y con la humildad de quien no impone su manera de ver las cosas”.
En sus años de pontificado fue un papa de la palabra, “sus homilías e intervenciones magisteriales alimentaban al pueblo de Dios con las riquezas de la palabra”. Pero en él “no había espíritu de erudición, -‘creí por eso hablé’”-. Por ello, “más que un Papa de la palabra fue un Papa de la fe, como ha dejado claro en su testamento espiritual”.
Durante la misa oficiada en la Catedral, el Arzobispo de Valencia aseguró, igualmente, que “sin duda alguna, el papa emérito, cuyas cualidades e inclinación natural lo predisponían al estudio y enseñanza de la teología, nunca imaginó que sería llamado al ministerio de Pedro. Pero lo aceptó como un humilde trabajador de la viña del Señor y mientras sus fuerzas se lo permitieron”.
“Como teólogo, obispo, prefecto de la congregación de la Doctrina de la Fe, Papa y Papa emérito, ha prestado un gran servicio al Señor y su Iglesia, un servicio por el que hoy damos gracias a Dios”, aseguró.
“Sembrador del Evangelio”
Igualmente, monseñor Benavent afirmó que “el papa emérito fue un sembrador del Evangelio”, y alimentó la fe del pueblo de Dios, recordando que “la autenticidad de una vida sacerdotal está en el capacidad de convertirse en grano de trigo, aparentemente insignificante, pero que en realidad es lo que produce fruto”.
“En un momento de su vida, entró en silencio, se convirtió en grano de trigo, y ese tiempo de silencio no fue inútil, en el sufrimiento da el hombre más que en acción, no sólo en energía, sino en su sustancia máxima”.
Según monseñor Benavent, “la Iglesia se edifica y crece por la entrega de los cristianos a su misión, tanto en el tiempo en el que estamos llamados a ser sembradores de la palabra como cuando nos llega el momento de convertirnos en grano de trigo, cuya misión es desgastarnos a nosotros mismos. Es entonces cuando experimentamos que aun cuando el hombre exterior se va desmoronando el hombre interior se va renovando día a día”.
Finalmente, el Arzobispo de Valencia pidió por el papa emérito Benedicto XVI “para que su deseo de vida se haya visto saciada y para que esa confianza en Cristo que con su amor purifica nuestras faltas y que en el día del juicio será al mismo tiempo juez y abogado, se haya visto recompensada”.
La misa fue concelebrada por el cardenal arzobispo emérito de Valencia, Antonio Cañizares, y los Obispos auxiliares de Valencia, monseñores Arturo Ros, Javier Salinas y Vicente Juan, junto a los valencianos monseñores Manuel Ureña y Joan Piris, arzobispo emérito de Zaragoza y obispo emérito de Lleida, respectivamente. Igualmente, participaron numerosos sacerdotes, religiosos y fieles de la Archidiócesis.
© Catedral de Valencia / Crédito fotográfico: A. SÁIZ / AVAN