El arzobispo destaca que la celebración de la Asunción “nos revela que la humildad es el camino hacia el cielo”
En la misa solemne que ha presidido en la Catedral
El arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent, ha presidido este martes en la Catedral, la misa con motivo de la solemnidad litúrgica de la Asunción de la Virgen, “una celebración que nos revela que la humildad es el camino hacia el cielo”, ha destacado.
Por mañana en la Catedral, tras el canto de laudes, el Arzobispo y el Cabildo han recibido, en la Puerta de los Hierros, la llegada de la imagen de la Dormición de la Virgen, que ha sido trasladada desde la Capilla de la Virgen del Milagro, en la calle Trinquete de Caballeros, portada por miembros del “Grup de Mecha” caracterizados como los doce apóstoles.
Después ha dado comienzo la misa solemne, en la que monseñor Benavent ha explicado que esta solemnidad “llena de gozo y esperanza a todos los creyentes y a toda la humanidad” y ella recordamos que la Virgen “nunca presumió ni se engrandeció por lo que era, tenía o había hecho sino que proclamó que lo importante no era lo que Ella había hecho sino lo que Dios había hecho en Ella”.
“En María se unen dos extremos: la mayor humildad, por su parte, y la mayor glorificación que Dios hace en Ella. En Ella vemos cómo Dios da su gracia a los sencillos y resiste a los soberbios”, ha señalado.
En este día “celebramos que la Virgen María ha llegado a la meta pero no es solamente el recuerdo de un final o del término de la vida terrestre de María: en Ella coinciden el fin de su vida terrestre y su glorificación”, según monseñor Benavent, que ha añadido: “celebramos la llegada de María a la plenitud, al cumplimiento, a la plena realización de todo su camino de fe”.
“María es modelo de esperanza y consuelo”
El titular de la Archidiócesis ha precisado que en María “toda su vida y su camino está bajo el signo del amor y la gracia de Dios. En Ella la gracia se ha ido manifestando de menos a más hasta el momento de la Asunción y se ha cumplido plenamente la ley de la gracia: cuando alguien se abre a la gracia de Dios y la acoge en su corazón, Dios se complace en él y lo bendice con nuevos signos de su amor”.
“María todo lo afronta desde la confianza absoluta en Dios. Ella se ha convertido en modelo de esperanza y consuelo para todo el pueblo que camina en medio de las pruebas de este mundo: la gloria de María es nuestra esperanza. Ella ha tenido que sufrir la oscuridad de la fe y ha vivido el drama de toda existencia humana, y eso es lo que nos da esperanza: el triunfo de María anticipa ya el triunfo de todos los que han sido llamados y elegidos por Dios”, ha concluido el Arzobispo.
© Catedral de Valencia / Crédito fotográfico: V.Gutiérrez / AVAN